“El destino era la eliminación física”
En la décima audiencia por el juicio que se le lleva adelante a tres represores de la Base Naval de Mar del Plata declaró quien era responsable de sanidad de esa dependencia durante el año ’76, y una sobreviviente que estuvo detenida durante 33 días y que fue sometida a manoseos, golpes y simulacros de fusilamiento.
“Era vox pópuli que los tenían encapuchados pero no creo que ahí se los sometiera a vejámenes”, esgrimió. No obstante reconoció que “los rumores decían que el destino (de los secuestrados) era la eliminación física y no el traslado a la justicia federal”, como contó que le decían oficialmente Roberto Guillermo Sosa Amaya.
El testigo de 75 años desempeñó tareas como responsable del área de enfermería de la Base Naval desde 1974 hasta finales de 1976 cuando pidió su traslado porque pensó que “las circunstancias para mí y mi familia eran traumáticas”.
Supo que había detenidos en “una obra en construcción fuera de sanidad” y afirmó que esta situación creaba descontento en el personal “porque generaba servidumbre”. También habló de los operativos que “como había un enemigo en común supongo que actuaban en fuerzas conjuntas”.
En ese sentido, Sosa Amaya contó que en una oportunidad en que mantuvieron una reunión en Puerto Belgrano, Bahía Blanca, les proyectaron la película “La batalla de Argelia” en la que destacaban el procedimiento del ejército francés con los secuestros. Y por otra parte narró sobre las charlas en las que se explicaban “los organigramas de los grupos subversivos”.
“Sentí vergüenza de haber quedado viva”
El testimonio de Gladis Virginia Garmendia abrió la audiencia en la que relató los hechos sufridos en sus 33 días de secuestro en la Base Naval durante la primavera del ’76 cuando tenía sólo 18 años.
“Me manosearon en varias oportunidades, en una de las cuales una de las personas decía ser un capellán”, contó quien al momento de ser secuestrada ya había dejado de militar en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
Aseguró que borró de su mente el simulacro de fusilamiento del que solamente recordó el momento en que la fueron a buscar dos personas que le hacían chistes relacionados con que era 2 de noviembre, “día de los muertos”. “En mi casa de estas cosas no se hablaban,- confesó- durante todo el tiempo en que estuve casada no hablé con mi marido de este tema”.
Durante sus días de cautiverio aseguró escuchar e identificar el grito de algunos de sus compañeros de militancia e incluso la obligaron a ir a un operativo en el que secuestraron a tres militantes del PST que actualmente se encuentran desaparecidos. “Sentí mucha vergüenza por haber quedado viva”, y agregó que “les tenía mucho aprecio”.
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