“Son
unos cagones por lo que hicieron con los 30.000 desaparecidos”
“Me despierto con un caño en la cabeza y lleno de uniformados”, relató Alejandro Pablo Vega sobre su secuestro en mayo de 1977. “Me vendaron los ojos, me ataron las manos, me pusieron en el baúl de un auto y me llevaron”, describió.
Lo llevaron a La Cueva donde estuvo en cautiverio
durante dos o tres días (no lo pudo precisar exactamente porque perdió la
noción del tiempo) donde recibió torturas en dos oportunidades. “Me desnudaron,
me ataron a una camilla y me empezaron a torturar con golpes y picana en todo
el cuerpo, los testículos, la boca”, aseguró Vega que refirió también a los
simulacros de fusilamiento de los que fue víctima.
Por último le habló a los represores: “fueron, son y
van a ser unos cagones por lo que hicieron conmigo y con los 30.000
desaparecidos”.
Un estigma
Por su parte, Roberto Cángaro describió el momento
en el que fue secuestrado su socio y colega Salvador Arestín del estudio
jurídico que compartían. “Estaba atendiendo en mi despacho y entró una persona
armada que me apuntó con un revólver y sacó los cables del teléfono”. “Escucho
gritos en la sala de espera, espero un rato, salgo y me dicen que se llevaron a
Salvador”, contó.
Al instante siguiente salió para hacer la denuncia
ante la comisaría primera. “No recibí la visita ni la llamada de nadie, era
como un estigma lo que pasó”, reflexionó Cángaro. Y agregó que “fue un brote de
colegas que fueron secuestrados”.
Concepto
Por último declararon dos testigos de concepto
convocados por la defensa de Jorge Mario Larrea. María Sánchez de Stefani
aseguró que su esposo es el primo del represor y que ella trabajó para Luis
Rafaghelli como empleada doméstica durante 28 años. Afirmó que realizó varios
almuerzos en los que ambos compartieron la mesa con “trato normal y
respetuoso”. Los describió a los dos
como “excelentes personas”. Lo mismo dijo Nely Stefani, cuñada de María.
Autor/fuente: Lisandro Contreras/ Juan Marco Candeloro
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