miércoles, 10 de noviembre de 2010

JUICIO BASE NAVAL I - Decimosexta audiencia 08/11/10

Tras los secuestros, el robo de pertenencias
“Creo que es el día más reparador después de tantos años”, afirmó Mónica Silvia Roldán al concluir su declaración luego de narrar el secuestro en 1976 de su hermano Omar Tristán y su pareja Delia Garaguzo, que se encontraba embarazada en ese momento, en el marco de una nueva audiencia del juicio que se le sigue a los represores de la Base Naval de Mar del Plata.
“A Tali (como le decían a su cuñada Delia, oriunda de Lobería) la sacaron herida envuelta en una manta”, contó la testigo según lo que le había narrado el dueño de la casa donde vivía la joven pareja.  “Fue un operativo muy violento con la participación de 12 o 15 personas a las 3 de la madrugada”, describió Roldán al tiempo que aseguró que un segundo grupo volvió a los dos días con tres camiones para llevarse todas las pertenencias, desde muebles hasta ropa.
Respecto de esto, tras las gestiones realizadas por la familia ante la justicia, el Ministerio del Interior y las distintas dependencias de las Fuerzas Armadas, recibieron tres cartas desde la Base Naval como respuesta a la averiguación del paradero de la pareja. En una de ellas, con la firma del contralmirante Roberto Luis Pertusio, reconocía que los objetos habían sido secuestrados por la Marina que él comandaba.
En primera persona 
En mayo del año siguiente Mónica Roldán fue detenida en su casa por un grupo fuertemente armado y trasladada en un Ford Falcon bordó hasta un sitio en el que la subieron a una camioneta blanca para finalmente alojarla en una celda desde la que “escuchaba el mar con olas muy pequeñas”, en coincidencia con los testimonios de quienes estuvieron secuestrados en la Base Naval.
Durante sus 26 horas de cautiverio la interrogaron acerca de la incipiente militancia de los familiares que buscaban a sus seres queridos, le pedían nombres y recibió algunos golpes hasta ser liberada.
“La vida era la búsqueda, en el camino una iba dejando sus proyectos”, describió Roldán al analizar su vida luego de estos hechos. “Hay cosas que siguen guardadas bajo siete llaves. Es muy fuerte la imagen de mi cuñada embarazada, siempre preferí hablar de mi hermano”, esgrimió la testigo que sobre el final de su relato se esperanzó: “creo que es el día más reparador después de tantos años”. 
             “Por lo menos hubieran tenido la valentía de decir lo que hicieron”

Por otra parte, declaró por primera vez desde el secuestro y desaparición de su hija Liliana en 1976, Ana Menucci de Retegui, quien narró todas las gestiones realizadas ante el Ministerio del Interior, la curia, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Cruz Roja, y los hábeas corpus sin respuesta presentados ante la justicia. “Los abogados no querían saber nada”, aseguró. Además contó que luego del operativo volvieron y “les robaron todas las pertenencia a las chicas” con las que compartía la pensión su hija y que también fueron víctimas de la “patota”.
“Yo quedé tan mal con esto que no sabía dónde quedaba el sur ni el norte”, afirmó y reclamó: “por lo menos hubieran tenido la valentía de decir lo que hicieron”.    

Más tarde declaro Pablo José Arias, que realizó un curso de buceo en el año 1976 dentro de la Base Naval de Mar del Plata como parte de un convenio entre la Universidad y la escuela de buceo de la marina. Relató como en la Base empezó a ver ¨cosas extrañas¨, dijo ¨yo conocía la Base por dentro por que ya había hecho otros cursos en 1972¨, dijo que encontró la Base más militarizada, con mucha seguridad y armamento. Contó como pudo ver que la dependencia de buzos tácticos estaba siendo remodelada y se encontraba en construcción, que tenía una loza como techo y sobre el mismo había bolsas de arena y un militar parapetado con una ametralladora. Dio testimonio de cómo en una ocasión saliendo del curso de buceo pudo ver a un grupo de personas encapuchadas y atadas descendiendo de un camión y fuertemente custodiadas. Recordó que el director de la escuela de buceo, Blanco Azcarate, se enfureció con los uniformados y lo llevó adentro del colegio, cerró las puertas y corrió las cortinas.
En otra ocasión, dijo, pudo ver por una ventana la misma escena, gente encapuchada y atada de manos, formando fila y escoltadas por un efectivo militar. Contó como sus instructores le sugirieron que no ande en cosas raras, relató como un sábado, mientras hacía ejercicio físico, pudo ver cerca de un alambrado a una persona con uniforme militar empujando a una persona encapuchada y maniatada por la espalda, dijo ¨pensé que era un ejercicio militar¨, pero luego observó que era una mujer y dijo ¨por ese entonces casi no había personal femenino en la Base¨.
Relató que sus instructores le cuestionaron el curso, ya que él ya sabía bucear, lo sometieron a una investigación y finalmente  allanaron su casa y le robaron las pertenencias. Dijo que un día pudo observar que en la casilla de la guardia externa de la Base había ropa, muebles, sábanas, cosas de una casa. ¨Como si alguien hubiera amontonado pertenencias de una casa ahí¨. Recordó que durante lo que duró su curso pudo ver ingresar a grupos de civil en autos particulares, que uno de estos autos era un Ford celeste metalizado que luego lo persiguió a él por la ciudad durante unos días. Por último dijo que volvió a vivir con los padres y que ¨no dormía por las noches, vivía con miedo a ser secuestrado¨.
En última instancia declaró Daniel Garaguso, hermano de Delia Garaguso que relato que su hermana militaba en la Juventud Peronista (JP) que su tarea era ayudar a la gente más humilde en barrios periféricos, repartir panfletos. Contó que antes de la desaparición su hermana les había comentado que se sentía vigilada y les pidió que no la fueran a visitar más. Luego dijo que Delia escribió un par de cartas y en la última les contó que estaba embarazada.
Recordó que un mes antes del secuestro de Delia un grupo de hombres allanó la casa de sus abuelos en busca de ella, que luego durante un tiempo no supieron nada de su hermana hasta el día que se enteraron del operativo que la había secuestrado, dijo ¨ahí nos enteramos que la había herido en una pierna¨, luego relató como al otro día del secuestro un camión fue a buscar las cosas que su hermana tenía en la casa, según dijeron para estudiarlas. Jamás recuperaron nada. Por último relató todas las presentaciones de habeas corpus que hizo su padre, las iglesias que visitó en busca de ayuda, comisarías, hospitales. Finalmente un amigo del padre que trabajaba en el GADA 601 (Grupo de Artillería de Defensa Aérea) le dijo ¨No busques más a tu hija por que no la vas a encontrar¨.

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